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La Virgen de la Esperanza

Hoy celebramos la Virgen de la Esperanza. ¡Qué ternura debería provocar en nosotros esta fiesta! María, casi siendo una niña, embarazada del Dios del universo…María, la siempre dulce y llena de gracia, meditando en su alegre y sencillo corazón sobre el gran suceso que está a punto de suceder.


Hoy os invitamos a abandonaros en los brazos de María. Nosotros también somos hijos suyos y, con su ternura infundida por el Espíritu Santo, aliviará profundamente nuestras penas y angustias. “Acordaos ¡oh, piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio y reclamando vuestro socorro haya sido abandonado de vos”.


Madre mía amabilísima, no me sueltes nunca que quiero ir siempre de tu mano. En los momentos en los que sea más vulnerable abrázame y protégeme con tu manto, ¡que tome conciencia de que eres mi Madre! En los momentos en los que esté más cerca de Cristo permíteme ser luz para el mundo. Te pido ayuda para decir que sí a Dios en cada instante de mi vida. Contigo a mi lado no vacilaré.


Dulce Corazón de María, sed mi salvación…




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